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Corpse Party: el terror de los topicazos anime

Cuando el horror no lo induce la historia

Visualicemos la escena: En el aula de un instituto japonés, un grupo de amigos (con profusión de colegialas con falda de marinerito) cuenta historias de terror bajo la luz de las velas. Tras un susto con las luces, uno de los chicos se cae agarrando un pecho de su compañera por accidente. No pasa mucho tiempo antes de que haga acto de aparición la profesora de mentalidad inmadura y aspecto físico casi tan joven como el de los adolescentes y, pocos segundos despues, una niña que busca a su hermano irrumpe en la habitación, gritando “¡Oniiiiichaaan!” con voz aguda. Tras prometerse amitad eterna, el grupo se ve transportado a una variante espectral del instituto, en el que fantasmas intentarán asesinarlos. Si esto te suena a increiblemente poco imaginativo, tópico y gastado, es porque lo es: El verdadero terror de Corpse Party es el éxito que ha acumulado a pesar de lo manido de su concepto, habiendo dado pie a remakes, secuelas, mangas, series de anime y hasta una película de imagen real.

Si bien no es santo de nuestra devoción, es innegable que ha alcanzado el estatus de franquicia de culto, y, quizás jugandolo imbuidos por el espíritu de la noche de brujas, puede que acabéis compartiendo el fervor que despierta entre los aficionados; pero que os sirva de aviso: los pasillos de la escuela Tenjin Shōgakkō reservan montones de muertes inesperadas.

Corpse Party nació en 1996 como una especie de mezcla de survival horror, rpg, aventura gráfica y novela visual realizada bajo la herramienta RPG maker, una sencilla utilidad que nos permitía elaborar nuestros propios juegos de rol por turnos al estilo Dragon Quest. Aquellos que navegasen por el Internet de mediados de los 90 puede que recuerden la extinta página rpgmaniatikos, donde se ofrecía una versión traducida al castellano de este sencillo programa, así como tutoriales y juegos creados por los usuarios. Es muy probable que algunos lectores, al igual que un servidor, hiciesen sus pinitos con el programa. Se llegaron a hacer verdaderas virguerías con el mismo, aparte de maravillosos JRPG clásicos, se han visto desde juegos de acción de scroll lateral, hasta adaptaciones por parte de los fans de cosas tan dispares como juegos de la saga Zelda o Metal Gear.

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Habiendo probado la tecnología que le ha dado origen, es fácil darse cuenta de que Corpse Party apenas pone cartas nuevas sobre la mesa, y no hace un uso cohesionado de lo que tiene: este juego no es de estilo retro 16 bits de forma intencionada, sino que responde a las limitaciones de sus propios creadores, y esto es algo que se aprecia en la falta de cohesión o destreza en algunos elementos visuales y narrativos. Nada más empezar el juego trata de hacer uso de una perspectiva similar a la de las mazmorras de los Zelda 2D, mostrando las paredes laterales, pero sin elegir una inclinación concreta para los elementos que se representan en escorzo: los ángulos de puertas, ventanas y columnas cambian y varían de forma torpe y aleatoria rompiendo toda perspectiva. Sin embargo cuando salimos del aula las paredes se representan totalmente desde arriba, al estilo de un Final Fantasy clásico, como si el juego no supiese qué estilo visual escoger.

Esta falta de coherencia se mantiene a lo largo de todo el juego: como novela visual (algo perfectamente realizable con la herramienta usada) es insuficiente, ya que las imágenes estáticas ocasionales se reservan exclusivamente a los detalles más escabrosos (o aquellos más difíciles de representar en perspectiva cenital). Como rpg, carece de combates, evolución de personajes o equipamiento. Como aventura, los puzzles resultan sencillos y limitados; y como juego de terror, la mezcla de estética chibi y kawaii de los segmentos jugables no casa bien con el gore de de las imágenes estáticas que aparecen cuando ocurre un asesinato.
Lo peor de haber usado la misma herramienta que los creadores es ser consciente de cómo se ha hecho y tener la certeza de que se podría haber hecho mucho mejor: es como cuando un aficionado emplea Photoshop para un torpe retoque y podemos identificar inmediatamente el filtro que ha utilizado en lugar de jugar con las herramientas para crear algo con sello propio.

De esta manera, nos quedan la historia y las ramificaciones de la misma.

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Básicamente, el juego va guiando al jugador por la historia hasta que le ofrece una bifurcación en la trama: bien sea recoger o no un objeto (con lo cual otro de los personajes podrá, o no, hacer uso del mismo), elegir un camino, o dejar o no una habitación. Si no hacemos las elecciones correctas, si nos olvidamos un objeto, o cogemos el que no debemos, o vamos por el pasillo inadecuado, ¡ZAS!, el personaje es asesinado de la forma más truculenta posible, obligandonos a volver a cargar nuestro último punto de guardado y repetir los últimos 20 o 30 minutos hasta que llegamos al punto donde hicimos la elección incorrecta, forzandonos a ver las mismas conversaciones y escenas, ya que no se pueden saltar.

Al contrario que juegos como Clock Tower, el problema radica en que, mientras que en estos la muerte nos llega en parte porque no hemos hecho lo suficiente, o no hemos sabido escondernos bien, en Corpse Party muchas veces estos Game Over parecen ocurrir porque sí, sin motivo alguno o responsabilidad por nuestra parte, y eso cuando el juego no nos engaña deliberadamente a tomar el camino incorrecto.
Si a esto sumamos el hecho de que las formas en que los personajes son, no solo asesinados, sino cruelmente torturados, son representadas de forma muy gráfica y desagradable, da la sensación de que, más que querer contar una historia de terror, lo que busque sea una excusa para mostrarnos escena tras escena de evisceraciones de colegialas.

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Este es el punto donde, debido a su estética anime, puede grangearse en el jugador un ferviente aficionado o causare el mayor de los rechazos: por una parte el juego da mucho peso a la historia y está doblado por actores de doblaje bastante conocidos por los aficionados a la animación japonesa, y se preocupa por presentar extensos segmentos donde el dialogo es la nota predominante.
Por otra, ningún doblaje de calidad puede solucionar el hecho de que el relato sea convencional y esté contado de forma sobreexpositiva y deslavazada: nada más empezar, el juego nos hace pasar por una introducción no jugable en la que se nos presenta a los personajes a lo largo de 15 o 20 minutos; tras esto (que más que crear ambiente acaba cansando), el juego nos da el control para… mandarnos a una pantalla de presentación de personajes.
Las chicas gritan asustadas al ver un fantasma… para luego mantener una conversación de 10 minutos con él.
No es solo una cuestión de ritmo; el guión pasa del horror gore al humor anime desenfadado de la misma manera que una veleta gira con el cambio de viento: en una escena, tras haber visto una masa de carne y sangre, dos amigas hablan de como están preocupadas por sus compañeros; en la siguiente, una de ellas le pide a la otra que le preste, textualmente, “medicina para el culo”, aludiendo que los acontecimientos recientes le han resecado el recto. Una vez su compañera le hace entrega de una pomada que llevaba en el bolso, la chica marcha al baño con la más alegre y despreocupada de las actitudes, diciendo en voz alta que se va a “untar el culete a base de bien” (sic). Al no tratarse de una sátira deliberada, este contraste entre la crueldad y el humor topicazo no está bien hilado.

Sin embargo, puede que este contraste sea lo que muchos fans del juego encuentran atractivo del mismo: el hecho de que haya un extraño balance entre la inocencia y la constante amenaza de la muerte.
Lo que está claro es que los creadores han sabido sacarle al juego el jugo a base de bien; al lanzamiento original le siguen un relanzamiento para PC en 2008, un remake con gráficos mejorados para PSP en 2010 (del que proceden las capturas de este artículo), una conversión del mismo para iOS en 2012, y una última conversión para nintendo 3DS en 2015.

Si tenéis curiosidad el juego original (de aspecto muy pobre en comparación con el remake de PSP, todo sea dicho) está disponible en Steam, si bien el precio nos parece un poco alto.

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