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Cube 2 – Sauerbraten: Carne picada con plomo online

Un shooter para dominarlos a todos

Sauerbraten es todos los FPS online, y a la vez ninguno de ellos. Se ríe en la cara de otros shooter en un mercado donde las compañías han volcado sus franquicias comerciales casi enteramente en su vertiente online, tratando de cubrir la demanda de usuarios que, por alguna razón, salivan profusamente por pagar 70 euros por una campaña de 4 horas (si acaso) por el hecho de que incluya una docena de mapas online en los que vaciar cargadores contra otros jugadores.

Mientras que algunos de los títulos más populares se convierten en una ciudad fantasma cuando se cierran los servidores o la gente se pasa en masa al título nuevo, Cube 2: Sauerbraten lleva ofreciendo gratuítamente una mareante cantidad de mapas y modos de juego desde que fuese creado en 2004 por Wouter van Oortmerssen, y aún a día de hoy sigue soportado por una comunidad muy activa, gracias al hecho de que, por una parte, funciona en cualquier ordenador desde hace 12 años a esta parte, funciona tanto en Windows, como Linux y Mac (proporcionando un espacio común de juego) y permite la creación de mapas por cualquiera en tiempo real desde dentro del mismo juego.

Esto último se convierte a la vez en su mayor virtud y su defecto más grande, ya que si bien esta característica permite que la comunidad haya aportado cientos (no exagero) de mapas en los que jugar, el estilo entre unos y otros, así como su calidad y consistencia artística, varía enormemente. No hay un tema fijo, incluso los modelos de los personajes a escoger son tan eclécticos como dispares: un robot que se parece al Jefe Maestro, un ogro, una especie de tomate mutante o un remedo de Buzz Lightyear se baten el cobre en unos mapas que suponen una amalgama de todos los juegos de disparos habidos y por haber: corredores mugrientos espaciales al estilo DooM se meclan con áreas más límpias y amplias tipo Halo, templos egipcios, arenas a lo Quake III, barcos piratas, desiertos, ciudades modernas, mapas ambientados en oriente medio, castillos, cosas tan estrafalarias como la Acrópilis o el muro de Berlín, y hasta ciudades medievales a lo Elder Scrolls.

La última versión del juego, titulada Collect Edition y lanzada en 2013, incluye una serie de cambios, nuevos mapas y una plétora de modos de juego (incluyendo el nuevo “collect” que le da nombre, basado en la recolección de calaveras que se llevan a la base enemiga). De todos modos, nada de esto importa, porque al final el modo más jugado en la red es el Insta CTF, un “captura la bandera” estandard por equipos que cuenta con un gran democratizador: el jugador solo está armado con un rifle que mata de un tiro. De esa forma la habilidad de jugador no importa porque, por una parte, está jugando con un equipo y, por otra, por muy manco que se sea jugando y poca puntería que se tenga, como no importa a qué parte del cuerpo se alcance, antes o después se acaba abatiendo a un enemigo, así que el matar enemigos pasa a ser secundario frente a la captura de la bandera en una versión ultraviolenta y rápida del juego del pañuelo. Al final se convierte en una especie de carrera de relevos virtual donde es necesario correr con varios compañeros para arroparlos y recoger el testigo si son abatidos, ya que un jugador solo por su cuenta poco puede hacer.

Esto reduce la jugabilidad a una sencillez que se agradece: aquí no se premian los reflejos anfetamínico-adolescentes, no hay quickscope ni tácticas similares, no hay killstreaks, ni kill cam, ni dinero con el que comprar armas, no tiene sentido el campeo, no hay “teabagging”, ni nadie grita “suka blyat” a nadie. Al final, se acaban eliminando muchas cosas malas de la experiencia de jugar online a algunos shooter modernos, y se queda aquello que es común y divertido en todos ellos, el meta-shooter online, si se prefiere: el shooter que engloba a todos los shooters, sin ser específicamente ninguno de ellos.

De hecho, este mimetismo ha derivado en la inclusión de algunos de los mapas más populares de otros juegos ya celebérrimos: podemos encontrar, entre otros, reproducciones muy fieles de los archiconocidos “Dust-2” de Counter Strike, o “Facing Worlds”, de la franquicia Unreal.

El aspecto gráfico, si bien cumple, evidentemente a día de hoy no va a sorprender a nadie. Especialmente en esos mapas donde los jugadores no parecen haber puesto tanto esmero. Pero hay muchos en los que podemos apreciar que el juego en su día podía medirse de tú a tú con otros que fueron lanzados ese año: bump mapping, normal mapping, especular, parallax, bloom, refracción, reflejos y causticas en el agua, y todo ello funcionando en el más humilde de los ordenadores. Obviamente, la vida del juego no va a ser eterna, y llegará un día en el que nadie se anime a jugar más (aunque a día de hoy el juego goze de una salud envidiable), pero incluso así cuenta con la posibilidad del uso de bots, y hasta tiene un par de campañas cortitas, y algunos modos de juego solo para un jugador. Discretito, pero se agradece en un momento donde el contenido en los juegos parece ser un bien escaso a monetizar.

Si los otros juegos del género fuesen lo suficientemente variados, es posible que Sauerbraten no me llamase tanto la atención, pero admitamos que salvo cosas realmente originales, como Splatoon, al final en el resto de los shooters que se están lanzando acabamos haciendo la misma cosa: correr como pollos sin cabeza mientras nos disparamos los unos a los otros. Así que mientras que la industra se niegue a innovar, y nos ofrezca cada año lo mismo (o menos, ya que cada vez se incluyen menos modos de juego y mapas con la nada sana intención de venderlos luego como packs o DLCs), yo invito a mandarlos por un tiempo a la porra y dar una oportunidad a alternativas como ésta. Sobre todo si tenéis por ahí algún ordenador poco potente que queráis aprovechar, o si queréis algún título para matar el tiempo en ese portátil donde ningún juego reciente parece querer dignarse a funcionar.

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