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Españoles a bordo de un Titanic virtual

Paseando por el famoso barco en Unreal Engine

RMS Titanic

Un diez de abril como el de hoy, en 1912, zarpaba en su viaje inaugural el RMS Titanic. El célebre transatlántico británico, tristemente conocido por su trágico final, es el escenario de una fotorealista demo gratuíta elaborada en Unreal Engine 4, que me ofreció la oportunidad de perderme en sus pasillos y sus instalaciones exquisitamente decoradas, y de toparme, de forma totalmente inesperada, con el nombre de un ilustre personaje manchego mientras deambulaba por los camarotes, lo que supuso el broche de oro a una experiencia que no olvidaré en mucho tiempo. Os invitamos a que nos acompañéis en una visita virtual por el buque más famoso de todos los tiempos, y que conozcáis la historia de uno de los españoles que iban a bordo.

Creada por Vintage Digital Revival LLC, la demo es un adelanto de “Titanic: Honor and Glory”, un videojuego en desarrollo que nos hará vivir una historia de misterio y asesinato. Como la producción está en un estado muy temprano, este aperitivo es en realidad un tour por el trasatlantico, sin personajes con los que interactuar. Pero, lejos de limitarse a ser un mero escenario a recorrer sin nada que hacer (como es el caso de otras demos creadas con el motor de Epic), tiene un poso de cuidado, de calidad, de producto completo.

Encarnamos a un inspector que se desplaza en tren hasta los astilleros de Harland and Wolff en Belfast para comprobar, tras la botadura del buque, que se está equipando de acuerdo a los estándares de la compañía White Star, mientras va comentando de viva voz (en inglés, eso sí) lo que va viendo conforme atraviesa las distintas zonas del barco.
Una vez subimos a bordo (y tras darnos cuenta del impresionante tamaño de la embarcación) podemos explorar libremente las distintas cubiertas, desde la primera clase hasta una de las salas de calderas, cuya puerta encontramos abierta. “¡Me siento aventurero! Si me viera mi mujer…“, dice nuestro personaje mientras va bajando por las escalerillas.

Si bien no está disponible aún la totalidad del barco, lo cual es la intención final de los desarolladores, hay una obscena cantidad de zonas a nuestra disposición para que las exploremos a nuestro propio ritmo. Desde el encanto de los parcos comedores de tercera clase hasta la opulencia de la Gran Escalera central, con ru reloj encastrado en la madera pulida, pasando por las literas de la tripulación, el camarote del ingeniero creador del barco, los baños turcos, el café parisino (cuyos camareros nos explica la demo que eran, paradójicamente, italianos), los innovadores ascensores, la estación de telegrafía desde la que se mandaron todos los mensajes…

Con frecuencia encontramos unos iconos interactivos que proporcionan información, curiosidades y comentarios sobre las instalaciones y la historia del Titanic, y en ocasiones nos llamarán la atención hacia cosas que en caso contrario ni miraríamos.
Un icono en una esquina en la parte baja de las escaleras llamó mi atención, no parecía haber nada que comentar en ese rincón. “Mira arriba”, me dice el letrero desplegable. Al dirigir la vista hacia lo que yo esperaba sería un techo me quedo embobado admirando una impresionante vista del tiro de la escalera de tres plantas hasta la bóveda de cristal del tragaluz. Me siento como un turista.

Todo está tan exquisitamente modelado, tan perfectamente recreado… Hemos visto estas salas en fotografías, documentales y películas, pero es al moverse por ellas que nos empapamos de su atmósfera y nos percatamos de su verdadera escala y magnificencia.
Tras curiosear por lujosos restaurantes y cafeterías de estilo eduardiano, me dispongo a pasear por los camarotes de primera clase. Casi todas las puertas cuentan con su correspondiente etiqueta que me informa de la identidad de su ocupante, entre ellos algunas de las personalidades más importantes de la época. Duquesas, almirantes, embajadores…
Y es ahí, entre tanto “Lord Fulanington” y “Mister Chorrester“, que al pasar por delante del camarote C-65 me topo, de pura casualidad, con don Víctor Peñasco, un nombre que sin duda a los que conozcan la manchega ciudad de Tomelloso reconoceran: la calle principal del municipio se llama así. ¿Acababa de encontrarme con un paisano manchego a bordo del Titanic? Aún mejor: me había encontrado con una pareja de recien casados en mitad de una romántica huída.

Hay una broma en mi pueblo que dice que “vayas a donde vayas, al final te acabarás encontrando con un tomellosero“. En realidad, esta vez no es el caso: este Víctor Peñasco no es el comerciante que fuera marido de la célebre doña Crisanta (mujer de incluso mayor importancia histórica en la localidad y que también da nombre a otra de las arterias de la misma), sino su joven nieto, el cual, recien casado con María Josefa Pérez de Soto, se escapó durante más de un un año de luna de miel por varias ciudades de Europa.
La aristócrata pareja decidió poner el mejor broche final posible a su viaje de novios y, contraviniendo las advertencias de su madre, se embarcaron en el crucero en su escala en el muelle de Cherburgo, junto con su criada Fermina (doña Ocaña, cuyo camarote también se puede encontrar en la demo). ¿Cómo pudieron unirse al pasaje del buque sin la aprobación de sus padres? Tuvieron la picardía de dejar en París a su criado Eulogio, a fín de que pudiera remitir a sus familias las postales que ellos habían escrito.

Por desgracia y como todos sabemos, el buque se estrelló contra un iceberg. Víctor llevó a su esposa al bote salvavidas número 8, pero no subió con ella, ciñendose a la póliza imperante de evacuar a “mujeres y niños primero“. La humilde doña Ocaña pudo abandonar el barco en otro bote. Víctor Peñasco se quedó despidiendolas y tranquilizandolas desde cubierta, y pereció posteriormente en el trágico hundimiento.
Pero la historia no acaba aquí: en un giro propio del argumento de una película, se rumorea que la suegra de Maria Josefa, a fín de ayudarla por todos los medios posibles, llegó al extremo de comprar un cadaver que apareció en la bahía de Nueva York, para así poder obtener la expedición de su certificado de defunción en el Condado de Halifax y permitir de este modo a la viuda heredar el extenso patrimonio de Victor.

Poder pasear y admirar los salones, pasillos y espacios en los que los enamorados compartieron me hizo querer indagar sobre su historia y la de mi localidad, y convierte esta visita al buque en una experiencia aún más memorable. A aquellos de vosotros que cumpláis con los requisitos de harware, no puedo sino recomendar encarecidamente que descarguéis esta demo (disponible a través este enlace tanto en formato estándar como VR) y la experimentéis vosotros mismos. No os arrepentiréis.

  1. Es impresionante lo bien hecho que está… Tanto en el apartado gráfico, como incluso que diga los ocupantes de cada camarote (que por cierto, que viva el poderío manchego xD). ¡A ver si cumplo los requisitos mínimos!

    1. No te desanimes, aún cuando veas vídeos de youtube (aunque la gracia sea explorarlo uno), bájalo de todas formas, éste y el de Mos Eisley que comentamos hace un tiempo (que me imagino andará similar de requisitos). Así, cuando te pilles un nuevo ordenador en el futuro, puedes darte el gustazo de probarlo. Yo me suelo dar una vuelta al Doom 3 cada vez que me hago de un nuevo equipo, para quitarme la espinita de tener que bajarle la resolución la primera vez que lo jugué XD

    1. Lo cierto es que es increible lo bien que maneja la iluminación, pero no hay que dejar de elogiar el trabajazo de esta gente a modelar escenarios y mobiliario a tantísimo detalle. Ahora bien, una vez terminen con la recreación completa del barco, el modelar la mayor cantidad posible de pasajeros va a ser una currada importante…

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