Analizamos Lego Star Wars The Skywalker Saga, el nuevo título donde las piezas no llegan a encajar tan bien como lo hicieron en los originales.

ANÁLISIS ARTÍCULOS

Lego Star Wars: The Skywalker Saga

“No se ofusque con este terror tecnológico que ha construído…”

No es ningún secreto que aquí en Gamuza somos fans de los Lego Star Wars originales. No en vano ya escribimos en su momento un artículo ensalzando el recopilatorio de ambos juegos como el título definitivo de La Guerra de las Galaxias. Es por eso que abordábamos el lanzamiento de The Skywalker Saga con emoción: ¿Lograría este nuevo título coronarse como el juego de Lego Star Wars definitivo?

¿Nueva esperanza, o amenaza fantasma?

El nuevo título de Traveller’s Tales abandona el planteamiento clásico de un área central desde la que acceder a diversos niveles, optando esta vez por darnos la opción de elegir una película de entre las 9 de la saga y encarar la trama de la misma saltando de escena en escena en mundos semiabiertos. Esto divide el juego en dos secciones muy diferenciadas: las escenas jugables de las películas, segmentos cerrados y breves, y los mundos semiabiertos que las conectan. Dichos mundos o planetas son revisitables una vez hayamos terminado con las películas, y en ellos hay diferentes objetivos secundarios que abordar.

El problema es que tanto las porciones jugables de las tramas de las películas como los momentos que las hilvanan apenas duran un suspiro, y tienen una representación muy mal balanceada de escenas, hay muchos trozos excesivamente largos que consisten solo en ir del punto A al punto B, habiendo flagrantes omisiones en favor de fragmentos que no se entiende por qué se han hecho jugables. Por ejemplo, atravesar todo Coruscant a pie para ir al piso de Padme es algo que el juego nos obliga a hacer durante varios minutos, pero extrañamente ni la espectacular batalla espacial que abre el episodio III, ni la icónica batalla espacial sobre la luna de Endor del retorno del Jedi están presentes. Incomprensible a la par que doloroso porque las mecánicas de combate espacial del juego están muy bien resueltas, siendo uno de los puntos donde el juego mejora respecto al original.

Eso sí, estas batallas las disfrutaremos sobre todo en las misiones secundarias, ya que durante el juego principal estaremos mucho más encorsetados y, aunque alguna escaramuza nos encontraremos, como el campo de asteroides de El Imperio Contraataca, la mayoría de las veces durante las misiones tienden más a eventos similares a las fases de pasar por anillos del infame SuperMan 64.

El lado oscuro

Esto es una manía del título, que parece empeñado en scriptar muchos momentos (hay misiones como la de atravesar el núcleo submarino de Naboo que son directamente un QTE), y en prolongar situaciones innecesarias, dándose así el extraño caso de que las pantallas se hacen a la vez cortas y largas, cuando el juego nos da algo bueno, se acaba antes de poderlo paladear, y cuando nos da algo repetitivo, nos lo prolonga hasta la nausea: por ejemplo, la escapada del Halcón Milenario desde el hangar de Mos Eisley nos hace enfrentarnos no a una, ni a dos, sino a una docena de oleadas de enemigos, que se eliminan todos igual mientras un NPC monta una pieza de la nave, lo que hace que al cabo de un rato nos hayamos cansado de repetir la misma situación. Esto vuelve a suceder casi de igual manera en la huída de Ciudad Nube.

Eso no quiere decir que el juego no intente introducir mecánicas, pero ante la ambición de querer meter cuantas cosas nuevas posible, están aplicadas con nula imaginación, y todas parecen limitarse a ser sólo competentes sin llegar a destacar en ninguna: Los controles son al estilo third person shooter, sin llegar a la versatilidad de un Battlefront, con combos que no son tan completos como los de The Force Unleashed, hay una mecánica de sigilo que apenas es necesario utilizar, siendo infinitamente más sencillo acabar con los enemigos a tiros, y los mundos semiabiertos reducen sus secretos a algunas puertas cerradas perfectamente visibles ya la primera vez que los visitamos, al contrario que los de Jedi Fallen Order, que contaban con zonas enteras completamente ocultas que se podían abrir más adelante. El mismo juego original contaba con muchas zonas inaccesibles la primera vez, mientras que en este solo existe una forma de jugarlas, que es como las abordamos la primera vez.

Y estas misiones secundarias, salvo un par de puzzles más ingeniosos, repiten el mismo patrón una y otra vez: Lleva la carga del punto A al B, encaja la batería en el hueco de la pared… Es como si hubieran cogido las manías propias de un juego de Ubisoft. Al final en toda la galaxia acabamos haciendo las mismas cuatro cosas, para desbloquear habilidades en un arbol que no vamos a necesitar, ya que el juego es muy sencillo y no hay motivos para revisitar las pantallas de escenas de la película al no albergar secretos que requieran de dichos poderes.

“Siempre dos hay”

Pero quizás el defecto más flagrante de esta falta de imaginación es cómo se han abordado las luchas finales, siendo todas idénticas en su forma de abordarlas, y haciendo patente uno de los puntos más negros del juego: que es obvio que se ha diseñado como un título para un solo jugador. Mientras que los Lego clásicos encontraban formas divertidas y originales de que dos jugadores tuvieran que cooperar a pesar de que en la gran pantalla se estaban zurrando la badana (destacando por ejemplo cómo Luke y Vader unen fuerzas al final de Lego Star Wars II para acabar con el emperador), aquí hay muchos momentos donde el segundo jugador se queda de comparsa, atrapado en el cuerpo de R2D2 o cualquier secundario en una plataforma estática separada de la arena de combate mientras que el otro jugador aborda la lucha desde el papel protagonista igual que haría si jugase solo.

No todo iba a ser negativo. Gran parte del periodo de desarrollo ha sido invertida por Traveller’s Tales en desarrollar un nuevo y vistoso motor de juego que luce espectacular, las localizaciones han sido muy bien recreadas, está completamente doblado al castellano y, como hemos mencionado antes, hay una serie de misiones de combate espacial que núnca se hacen aburridas.
De igual forma, si bien en su intento por no repetir los gags o momentos definitorios de sus entregas originales estas han quedado algo sosas, con las tres secuelas los desarrolladores se han soltado la melena, muy conscientes de la reputación y los problemas del argumento de dichos filmes, y no solo se las apañan para sacar de ellos fragmentos jugables muy variados e interesantes, siendo con diferencia los más divertidos del juego (La cueva de los espejos de Los Últimos Jedi es un ejemplo de lo imaginativo que podría haber sido el juego si quisiera), sino que además están aderezados con mil bromas y pullas que arrancarán una carcajada a más de un jugador, introduciendo un montón de míticos memes populares en internet.

“¡Tu eras el Elegido!”

Por desgracia, sin ser un mal juego, The Skywalker Saga se queda corto en algunos aspectos cruciales que hacen que no pueda arrebatarle el trono al antiguo Saga Edition. Los desarrolladores parecían tan ocupados en completar una especie de lista de la compra de mecánicas de juegos modernos que se olvidaron de hacer nada interesante con ellas, y es esa sensación de oportunidad perdida la que deja un amargo sabor en la boca.
Solo puedo aportar como conclusión que, mientras que he desinstalado ya este nuevo título, el saga original sigue aún en mi disco duro y probablemente seguirá ahí durante mucho tiempo.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *