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The Rocky Horror Show: el juego, desmadre en 8 bits

Hoy, en el día internacional del orgullo LGBTQ+, es la ocasión perfecta para recordar The Rocky Horror Show, un poco conocido título para diversos ordenadores de 8 bits. El juego es la versión en formato lúdico de la película de culto homónima: una divertida adaptación fílmica del musical que tiene la celebración de la diversidad […]

Hoy, en el día internacional del orgullo LGBTQ+, es la ocasión perfecta para recordar The Rocky Horror Show, un poco conocido título para diversos ordenadores de 8 bits. El juego es la versión en formato lúdico de la película de culto homónima: una divertida adaptación fílmica del musical que tiene la celebración de la diversidad sexual por bandera, y que aún  a día de hoy se visiona en varios cines, con participación activa del público.
¿Y cómo se crea un videojuego de un alocado musical que nos cuenta la historia de una pareja de recien casados que se refugian en el castillo del doctor Frank-N-Furter, un alienígena travestido del planeta Transexual? Sorprendentemente, el planteamiento jugable se las arregla para ser a la vez sencillo y representar de forma bastante fiel la película, especialmente para un juego de la época.

Tras la secuencia inicial de créditos, en la que unos simpáticos monigotes se marcan la coreografía de la canción “Let’s do the Time Warp”, con karaoke y todo, escogemos a uno de los dos personajes: Brad o Janet. El profesor ha convertido en una estatua a nuestro compañero para recrear su particular obra de teatro, así que debemos recorrer las habitaciones del castillo recogiendo las piezas de la máquina De-medusa y llevarlas de nuevo  al escenario para devolver a nuestra pareja a sus estado normal, antes de que la cuenta atrás se termine y el castillo salga disparado como un cohete al planeta Transexual.
Las puertas de las habitaciones están cerradas, así que tenemos que abrirlas con las llaves que vamos encontrando, pero como sólo podemos llevar un objeto cada vez, tenemos que calcular muy bien los viajes de las habitaciones hacia el escenario llevando piezas. ¿Esperamos al ascensor o empezamos a andar y tomamos la ruta larga?

También tenemos que tener cuidado con los demás invitados a la Convención Anual Transilvana, ya que si nos topamos con ellos, en el mejor de los casos nos entretendrán, robándonos preciosos segundos, como Columbia, la groupie que está buscando  su novio, o el propio Rocky Horror: el macizo perfecto que el doctor se ha creado para sí. El mayordomo Riff-Raff directamente tratará de dispararnos con su pistola tridente. Pero si nos topamos con otros como Magenta, la criada, o con el sátiro del doctor, nos robarán la ropa y tendremos que desplazarnos por el castillo en porretas al estilo Raiden, ralentizando nuestra velocidad de avance hasta que recuperemos nuestra vestimenta.

Además de todo esto hay dificultades y peligros añadidos: si no pulsamos los botones que desactivan los láseres nos freiremos al cruzarlos, si no hacemos caso de cierta advertencia acabaremos en una psicodélica habitación que es pura apología de las drogas, y además tenemos el medidor de temperatura: si sube demasiado, Eddie, el motorista del cual el doctor ha usado parte de su cerebro para crear a Rocky, se descongelará y empezará a rondar por el castillo con su moto, atropellandonos si nos cruzamos en su camino.
Las habitaciones, al menos en sus versiones de Amstrad o Spectrum, recrean bastante bien los escenarios de la película, con el ascensor, la baranda del laboratorio, o las estatuas encima de columnas. La música de la película es bastante pegadiza y es difícil cansarse de ella.

El juego contó con versiones para casi todos los microodenadores de 8 bits de la época, siendo la peor la de Apple II, y la mejor gráficamente la de Commodore 128, con sprites más grandes y mejor animados para los personajes, que son mucho más reconocibles, y uso de mayor paleta de colores (si bien presenta la gran contrapartida de un movimiento mucho más lento de personajes, menor resolución, y no tiene el karaoke del principio). Si vais a jugar con alguna de las otras versiones, tened en mente que los creadores no tuvieron la vista de tener en cuenta que la gran mayoría de usuarios de Amstrad o Spectrum usaban monitores de fósforo verde, y hay algunas habitaciones que usan combinaciones de colores que hacen algo más difícil ver lo que ocurre en uno de esos monitores (concretamente un dormitorio del piso de arriba).

Sobre lo que ocurre al completar el juego, no sabría deciros: yo no he logrado ganar núnca. “Let’s do the time warp again!”

 

  1. Había decidido que tenía que jugarlo en el momento en el que leí lo de los monigotes bailando, eso convence a cualquiera.

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