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The Ocean Hunter, aventuras en el fondo del mar.

El pasado 8 de junio, hace apenas dos días, se celebró el día Mundial de los Océanos. No queremos dejar pasar la ocasión sin recordar uno de los juegos menos conocidos de Sega: The Ocean Hunter; una recreativa que nos pone en la piel de un explorador del fondo marino en busca de tesoros. Acompañadnos mientras exploramos las profundidades de los siete mares, para dar caza a bestias mitológicas.

El juego, lanzado en 1998 para la placa Model 3 de Sega, era un arcade de disparos que se manejaba con una especie de torretas que imitaban la forma del arma lanza-arpones del protagonista. El jugador toma el papel de un aventurero submarino en busca de los Siete Grandes Monstruos de los Siete Mares, con la esperanza de recoger las recompensas que se ofrecen por los mismos a causa de sus ataques a los buques de transporte, los seres humanos y la vida marina nativa.

El jugador se desplaza por una trayectoria fijada “on rails”, disparando a bestias hostiles diversas a lo largo del camino y recogiendo varios tesoros. Tenemos una serie de vidas, representadas por los tanques de oxígeno que nos quedan y, si dejamos que se acerque un enemigo demasiado y nos ataque, perderemos una. Así, debido a su ambientación subacuática, se convierte en una especie de híbrido entre Ecco the Dolphin y The House of the Dead: incluso hay otros buzos que se encuentran en peligro, que nos recompensarán con vidas extra si los rescatamos a tiempo (y sí, también nos dirán “Thank you for rescuing me!”)

Iremos progresando a través de varios niveles, cada uno con su propio estilo y diseño, a menudo incorporando la idea de barcos piratas, templos hundidos o ciudades de civilizaciones desaparecidas hace tiempo. Al llegar a la final del nivel, nos tendremos que enfrentar a un jefe, cada uno de los cuales recibe el nombre de un famoso monstruo marino mitológico. Así, nos las tendremos que ver con el formidable Kraken, Leviatán el megalodón, Caribdis…
También hay mini-jefes en el juego, muchos de ellos también con el nombre de antiguas bestias marinas. Casi todos ellos están diseñados en base a animales reales, con modelados bastante competentes.

El juego tiene una estética steampunk muy bien conseguida: nuestros personajes, Torel y Chris, viajan en una especie de batiscafo suspendido de un globo aerostático, mientras van prestando su ayuda a buzos equipados con escafandras de fantasía que no desentonarían en una novela de Julio Verne. El fondo oceánico está representado de manera magistral, y el título ofrece suficiente variedad como para diferenciar las distintas etapas del mismo. Así, de arrecifes de coral pasaremos a las turbias aguas infestadas de tiburones, gélidos glaciares, enfrentamientos en tierra firme en las orillas de un lago o la oscuridad de una fosa abisal poblada de animales bioluminiscentes.

Desde la banda sonora a la pausada forma de desplazarse de los animales por la pantalla, el juego consigue compaginar la acción de disparos con un ritmo relajado sin que la jugabilidad se vea resentida por ello. Es una pena que no contase con ninguna versión doméstica, ya que una conversión a Dreamcast haciendo uso de la pistola de la consola hubiese sido estupenda. Un juego divertido que sin duda merecería la pena recuperar.