ARTÍCULOS EDITORIAL

La Realidad Virtual en tiempos de Coronavirus

Escapando a otros mundos

Tanto en la novela como en la película Ready Player One, la humanidad ha sufrido una serie de circunstancias que hacen que el mundo exterior sea peligroso y deprimente, mientras que la gente se conecta al mundo virtual de Oasis en pos de evadirse de semejante realidad.
A veces la ficción retrata hechos tan disparatados que cuestionamos la credibilidad de la historia que se nos cuenta. “¡Eso no va a pasar!”, dice el lector o espectador al ver interrumpida su suspensión de la incredulidad. Sin embargo, poco podíamos imaginar que llegaríamos a vivir una situación tan surrealista como el confinamiento preventivo a raiz de la pandemia de Covid19.
Este cambio en nuestras vidas nos ha hecho cambiar radicalmente nuestras rutinas y quehaceres diarios, y no todo el mundo está preparado para un periodo tan largo dentro de los muros de su hogar, pero lo que está claro es que tener hobbies ayuda a tolerar la situación mucho mejor. Ver series, leer, subir videos o ver a tus streamers favoritos. En el caso de los aficionados a los videojuegos cuentan con innumerables horas de aventuras al alcance de sus pulgares con tan solo coger el mando en sus manos y pulsar el botón de power.
Sin embargo, hasta el mejor de los juegos es una experiencia que sucede del otro lado de la pantalla, mientras nosotros seguimos confinados en este. Es por esto que, en un momento en el que nos está vetado salir a la calle, he redescubierto en la realidad virtual una forma de huir de los confines de mi casa y viajar a lugares remotos viviendo mil experiencias (¡y hasta socializar, alternar y conocer a gente!) sin moverme de mi salón.

De forma casi análoga a las aventuras virtuales de Parcival y Art3mis, en estas semanas en las que no podía poner un pie en la calle salvo para las necesidades más imperativas, enfundándome mis gafas PSVR he estado conduciendo deportivos en las exóticas carreteras de Japón, he “comido” pizza virtual con gente de otros países mientras jugábamos a adivinar la ciudad natal del otro, luchado en encarnizadas batallas aéreas, sentido el violento viento cargado de polvo de la superficie de un planeta alienígena con un rifle futurista en mis manos, he estado buceando en playas paradisiacas, jugado al golf, montado a caballo en el salvaje oeste, y hasta he vivido el alunizaje de 1969 junto a Neil Armstrong, Buzz Aldrin y Michael Collins, maravillandome ante la vacía belleza del espacio desde las ventanas de mi módulo lunar.
Siempre es dificil de describir la sensación de inmersión que supone el uso de unas gafas de realidad virtual a alguien que nunca ha probado unas (esto es, unas con tracking que no sean un mero adaptador de teléfono móvil), pero se resume en la sensación de estar físicamente en ese otro mundo. Jugando a DooM VFR, me encontre con que me hizo mucha más ilusión poder jugar a un nivel clásico del DooM de 1993 que la propia campaña fotorealista. A pesar de sus píxeles, de sus gráficos retro, una vez juegas el juego clásico en VR dejas de “jugar” a DooM. ¡Estás en DooM! Esos niveles clásicos, que tantas veces has visto ya, pasan a tener volumen, aprecias las dimensiones del espacio: es como visitar un monumento del que solo habías visto fotografías o videos.

La vertiente social es otro punto muy importante y el que posiblemente acabe ganando más simpatías entre la gente más extrovertida. De la misma manera en que Parcival y Hache pasaban el rato con amigos en un loft virtual donde jugaban a juegos y hablaban de sus cosas, en juegos como VR Chat o Rec Room puedes interactuar con otras persona, ver cómo tu avatar mueve la boca cuando hablas, sentarte alrededor de una mesa, jugar a pictionary o al karaoke… Yo mismo he hecho nuevas amistades con gente que está a miles de kilómetros de mi hogar, y además de bebernos unos refrescos de mentira, he jugado al ping pong con ellos.
Ni siquiera es preciso el fotorealismo: títulos como el propio Rec Room, SuperHot, AstroBot o Beat Saber demuestran que los píxeles y la potencia gráfica no son tan imprescindibles para poder disfrutar de la VR como nos hacen ver, y la celebradísima noticia de la llegada de Star Wars: Vader Inmortal a PSVR desde Oculus Quest, dos de los headsets mirados con más desdén desde ciertos sectores de la prensa interesados solo en los números brutos, no viene sino a demostrar que a medio plazo la accesibilidad económica y la inmersión priman tanto como la carrera tecnológica.

Poco a poco, iremos saliendo del confinamiento, pero esa capacidad de la VR para transportarnos a otros lugares y aliviar el peso del encierro no será olvidada y, además de mostrar los potenciales usos teraputicos y educativos de este nuevo medio, ayuda a asentarla frente a las voces de agoreros que ya la daban por muerta y enterrada. Lo que está claro es que gracias a la llegada de títulos triple A como Half Life Alyx o el próximo Ironman VR podremos seguir experimentando aventuras en estos mundos virtuales durante mucho tiempo.

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