Tres peliculones en un solo juego. Analizamos el genial título que nos trajo las aventuras de Indiana Jones a Super Nintendo

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RetroReview: Indiana Jones’ Greatest Adventures

Tres peliculones en un solo juego. Analizamos el genial título que nos trajo las aventuras de Indiana Jones a Super Nintendo

El caso de Indiana Jones y los videojuegos es curioso. Aún cuando los films del arqueólogo cuentan con muchos de los tropos asociados a los videojuegos de aventuras, dando origen o popularizado muchos de ellos (como las paredes y trampas con pinchos, los suelos quebradizos, huir de enormes obstaculos rodantes…) habiendo servido de inspiración a auténticos iconos, como las series Tomb Raider y Uncharted, e incluso a pesar pesar de que En Busca del Arca Perdida tenga el (dudoso) honor de ser la primera adaptación de una película a videojuego, Indy no se ha prodigado mucho por los mundos virtuales, en especial si lo comparamos con la otra franquicia mayoritaria que ha manejado siempre LucasArts, el aparentemente inagotable filón que suponía Star Wars.

Así, habiendo tenido incontables juegos donde jedis y naves espaciales se repartían estopa, el humilde profesor Jones solo ha contado con un puñado de ellos. Estos siempre han contado de gran favor del público, siendo muy apreciados y mostrando, por lo general, una calidad bastante alta. Y si bien varios de ellos han optado por ofrecernos nuevas y originales aventuras del famoso arqueólogo, pocos han sido los que han adaptado de forma directa las aventuras de las películas. Tras unos tímidos intentos en arcade con el Templo Maldito, y una genérica y olvidable adaptación de La Última Cruzada en máquinas de 8 bits, y tras el paso de este mismo film por el formato de la aventura gráfica (con grandes dosis de humor, dicho sea de paso) era ya en los años 90 y con las máquinas de 16 bits que correspondía honrar al mítico aventurero como se merece, con un título para Super Nintendo que condensase la esencia de los tres largometrajes de Spielberg y Lucas.

Adaptando las películas

LucasArts ya contaba con la plantilla y el formato: Habían parido la trilogía Super Star Wars, tres de los mejores juegos de la máquina, que amoldaban las aventuras galácticas al género de las plataformas, aderezado aquí y allá con fases vehiculares o de cambio de mecánicas repentino. ¿Funcionaría la fórmula en el caso de Indy? La respuesta es un rotundo sí en forma de Indiana Jones’ Greatest Adventures.
De entrada, en lugar de lanzar un juego por película, el cartucho condensaba la trilogía completa bajo un mismo título. Algo que haría años más tarde el genial Lego Indiana Jones – La Trilogía Original. De hecho, la situación entre ambos títulos y franquicias es casi la misma: Sobre una base jugable ya probada con la franquicia Star Wars, se mantienen reglas, mecánicas y motor gráfico y se le da una capa de pintura de Indiana Jones. Aunque al contrario que las aventuras de los bloques de plástico aquí no hay un menú desde el cual escoger qué película abordar, y nos hace comenzar desde el principio siempre, por el Arca Perdida, pero cuenta con un sencillo sistema de contraseñas de cuatro caracteres (muy el la línea de Indy, cuatro letras del alfabeto griego)

Ya desde el momento en que pulsamos power y tras una simpática introducción del logo, nos encontramos con que el selector del menú es un mini-Indy que azota las opciones que elegimos con su látigo, y queda a las claras que contabamos con un mimo y acabado excepcionales, obra de una LucasGames arropando a un equipo Factor5 en total estado de gracia y dominando perfectamente los circuitos del cerebro de la bestia de Nintendo. Cada recurso, cada resquicio que daba la máquina de sí es aprovechado, quedando así incluso por encima visualmente de Super Return of the Jedi.

“¡Debería estar en un museo!”

Cualquier truco visual que puedan poner en escena está ahí para aumentar la atmósfera: Tras unas escenas estáticas digitalizadas, tomamos control de Indy en el templo oculto de Perú, arrastrando hojas con los pies, rompiendo telarañas, mientras que del techo caen unas piedras dejando pasar poco a poco unos cuerpos de luz transparentes que al transicionar iluminan tenuemente la sala. Las interpretaciones de las melodías de Williams suenan muy resultonas en el chip de sonido Sony de la máquina, el cual ya había demostrado con creces que era perfecto para este tipo de recreaciones, y nos daban junto con los efectos de sonido y las voces digitalizadas el ambiente y espíritu del celuloide.

Las mecánicas y el motor gráfico vienen heredadas de la serie Super Star wars, con la salvedad de que Indy siempre empieza con las manos vacías y, al más puro de los Belmont en la saga Castlevania (los otros “azotadores” de enemigos de videojuegos por excelencia) debe romper elementos del escenario para obtener items y armas. Estas sin embargo no se conservan de pantalla en pantalla, pero el título nunca pone al jugador en una situación donde no tenga con qué defenderse, y siempre encontramos el látigo con relativa facilidad.
El plataformeo es sólido y los controles responden de forma rápida e intuitiva. El juego se divide en cinco tipos de mecánicas: Las partes en las Indiana debe saltar y explorar zonas esquivando y luchando contra enemigos, aquellas en las que el jugador debe perseguir a un enemigo u objeto, otras en las que es el jugador quien debe huir de un enemigo o un peligro en movimento, las peleas contra jefes finales, y una ultima categoría que solo podría definir como un “miscelánea aleatoria” y es en la que el juego innova con fases extra que sorprenden por su variedad.

“¡Se pone peligroso!”

Así, no solo saltaremos y azotaremos, sino que además tendremos que huir de la célebre roca (¡ya en la segunda pantalla, nada menos!), maniobrar nuestra lancha hinchable esquivando árboles por la nieve, disparar desde las vagonetas a enemigos y cambios de agujas para no caer a la lava, incluso cuando el título parece que no nos va a dar más sorpresas nos pone a pilotar aviones. Todas estas fases no solo recrean momentos memorables de las películas, sino que además lo hacen empleando todas las chucherías visuales de las que es capaz la humilde Super Nintendo. Haciendo uso el célebre modo 7 de la máquina, la roca gira y ocupa una porción obscena de la pantalla mientras nos persigue, los cielos de Europa nos muestran los campos que tenemos por debajo de nosotros mientras pilotamos con total libertad, y en concreto la parte de las vagonetas hace alarde de un efecto 3D que no por la antigüedad del juego y la plataforma deja de impresionar por su audacia y efectismo.

Pero no es mero humo y espejos para abrumar al jugador con el (por entonces) destacable poderío visual, sino que estas fases están muy bien resueltas introduciendo nuevas mecánicas que debemos descifrar y aprender, lo cual se hace especialmente patente en los divertidos y originales jefes finales. Así, por ejemplo, la lucha en el puente contra Mola Ram nos llama primero la atención porque todas las cuerdas de la paupérrima pasarela ceden elasticamente bajo el peso de Indy de forma realista, pero muy pronto descubriremos que si nos quedamos mucho tiempo sobre las mismas tablas, estas se romperán, contando cada vez con menos espacio para maniobrar, por lo que debemos acabar con Mola Ram y sus esbirros tan rápido como podamos.

“¡Están tratando de matarnos!” “A mí me pasa a menudo”

Estas peleas nos ponen en situaciones tales como luchar contra el general Vogel sobre el tanque antes de que este caiga por el barranco (y mientras que luchamos contra el movimiento de las orugas del tanque que nos tiran al suelo de forma hilarante), y otras más rocambolescas y donde el juego se toma más licencias creativas en pos de la diversión como la lucha contra Belloq, quien invoca fantasmas para que nos ataquen desde dentro del Arca de la Alianza, o el esqueleto de Donovan, que nos arroja su cráneo como arma arrojadiza.
Incluso las fases más “normales” nos pasan de peripecia en peripecia, como el tener que buscar covertura (¡en 1994!) detrás de pianos y demás mobiliario en el club Obi Wan mientras la familia de Lao Ché nos dispara con ametralladoras.
Y si todo esto suena difícil y desafiante, es porque lo es.

Sin llegar a niveles desesperantes, la otra cualidad que hereda este juego de sus contrapuntos de La Guerra de las Galaxias es su endiablada dificultad. El juego es terriblemente difícil y, aunque tiene sus checkpoints bastante bien repartidos y contamos con una barra de vida (no se trata de un juego de one hit kill), solo contamos con tres vidas y tres “continues” para completarlo.
Siempre que introduzcamos una contraseña empezaremos por esa etapa con todas las vidas intactas, pero si las perdemos todas y usamos un “continue” (por cierto, la cuenta atrás se produce mientras Henry Jones nos mira con una expresión que resulta hilarante) no continuamos en el último checkpoint, ni siquiera en la última fase, sino que volvemos a comenzar en ese “mundo” desde el principio del mismo.
Sin embargo, el balance entre la frustración y la diversión está muy bien medido y, salvo algunos picos muy puntuales de dificultad y de ensayo y error (siendo el primero de hecho el segundo nivel con la bola), el juego sigue siendo muy, muy disfrutable.

Jugando hoy a Indiana Jones’ Greatest Adventures

Lo efímero de las plataformas digitales ha azotado a este título de la misma forma en que Indy azota a sus enemigos. Salvo que contemos con una copia física del mismo, no hay muchas opciones para rejugarlo: Estuvo presente en el ya desaparecido servicio WiiWare, en la consola virtual de la Wii (Dolorosamente la página web de Nintendo sigue ahí), y existe a día de hoy un servicio de juego en la nube de Antstream, el cual cuenta con este título en su catálogo de suscripción.
El título siempre puede emularse en compatibles sin problemas ni dificultades, siempre que queráis optar por esa opción.
La relativa naturaleza desconocida de este juego, que siempre quedó a la sombra de sus hermanos de la franquicia Star Wars y además apareció en el cambio de generación y el paso a las 3D hace que se puedan encontrar cartuchos por precios relativamente razonables en el mercado de segunda mano (sueltos, eso sí, sin caja ni manual, lo cual dispara el precio exponencialmente). Si tenéis la suerte de haceros con una copia del cartucho y conectarla a vuestra Super Nintendo, es un título que no podéis dejar pasar.

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